in999-El-mar-de-estrellas-en-los-pétalos-de-la-ola

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En junio, en la meseta argentina, las flores de sepia florecen como llamas rojas y, junto con la bandera nacional azul y blanca, tejen la fábula más conmovedora del hemisferio sur. Este color rojo brillante no es sólo el tótem de la vida de la flor nacional, sino también el código espiritual impreso en cada marcador tradicional: esos marcadores hechos de flores de sepia secas solidifican el coraje más ardiente de la tierra sudamericana en una conmemoración eterna. Las franjas azules y blancas de la bandera nacional ocultan las montañas nevadas de los Andes y la claridad del cielo, y el "Sol de Mayo" en el centro es como el contorno de la flor de zafiro en el marcador, ambos dicen la misma verdad: la verdadera luz requiere el coraje de penetrar la oscuridad. Al igual que durante la Guerra de la Independencia, el General Belgrano alzó la bandera azul y blanca en medio del humo de la pólvora, derritiendo los grilletes coloniales rotos en una nueva alma nacional. El marcador en forma de flor sepia que ahora se encuentra entre las páginas del libro es un monumento en miniatura a esta creencia eterna. Cuando las yemas de tus dedos acarician las venas de los pétalos del marcapáginas, es como si estuvieras tocando una epopeya de tres siglos de lucha. Cada arruga registra las ramas que fueron rotas por la tormenta y se regeneraron, y cada pedazo roto es testigo de la floración más brillante después de la tormenta. La implicación de esta "estética de la cicatriz" es como el temple necesario en la vida: lo importante no es la perfección, sino elegir florecer a pesar de las heridas. En este mes de junio en que ondea la bandera nacional, coloquemos el marcapáginas del seraphium en la primera página de nuestra vida. Cuando la confusa niebla cubra el camino, el rojo inquebrantable nos recordará la dirección que indica la bandera azul y blanca; Cuando la fatiga erosione nuestra intención original, la luz del sol sellada en los pétalos secos reavivará el sol de mayo en nuestro pecho.

In June, on the Argentine plateau, the sepia flowers bloom like red flames, and together with the blue and white national flag, they weave the most moving fable in the southern hemisphere. This bright red is not only the life totem of the national flower, but also the spiritual code printed on every traditional bookmark – those bookmarks made of dried sepia flowers solidify the most ardent courage of the South American land into an eternal memorial. The blue and white stripes of the national flag hide the snow of the Andes Mountains and the clear sky, and the "May Sun" in the middle is just like the outline of the sepia flower on the bookmark, telling the same truth: true light requires the courage to penetrate the darkness. Just like during the War of Independence, General Belgrano held high the blue and white flag in the smoke and melted the broken colonial shackles into a new national soul. Today, the sepia flower bookmarks sandwiched between the pages of books are miniature monuments of this never-fading belief. When the fingertips touch the veins of the petals on the bookmark, it seems to touch the epic of three centuries of struggle. Each wrinkle records the branches that were broken by the storm and reborn, and each defect has witnessed the more brilliant bloom after the rainstorm. The implication of this "scar aesthetics" is just like the tempering that life must go through – what is important is not perfection, but choosing to bloom with wounds. In this June when the national flag is flying, let us clip the bookmark of the sepia flower into the title page of life. When the fog of confusion covers the road ahead, the never-fading red will remind us the direction guided by the blue and white flag; when fatigue eats away at the original intention, the sunlight sealed in the dry petals will re-ignite the May sun in the chest.