in991-Llama-y-estrellas-en-la-Orden-de-Saipo

▼

En junio, las flores del sapo florecen como fuego en la meseta argentina. Cuando la gente mira la bandera nacional azul y blanca, sus recuerdos siempre están iluminados por el "Sol de Mayo" en el centro: el 27 de febrero de 1812, Manuel Belgrano izó por primera vez esta bandera que simboliza la libertad y la dignidad en las orillas del río Paraná. Azul claro como el cielo, blanco puro como el hielo y la nieve, en las llamas de la Guerra de la Independencia, este azul y blanco se convirtió en la más conmovedora declaración de resistencia de Sudamérica. La Medalla Flor de Saipo, otorgada en 2023, condensará este espíritu de resistencia en la eternidad. La flor de sapo dorada en el centro de la medalla proviene de la sangre de la guerrera Anayi en la leyenda indígena. Cuando la afilada espada del colono le atravesó el pecho, crecieron flores llameantes en la sangre que tiñeron la tierra de rojo. Esta medalla no sólo conmemora la historia, sino que implica también una revelación contemporánea: la verdadera gloria no reside en la corona de laurel de la victoria, sino en la columna vertebral que se mantiene erguida ante la adversidad. Las estrellas de la bandera nacional azul y blanca y las llamas de la flor de zafiro completan un diálogo a través del tiempo y el espacio en la medalla. Así como Belgrano rasgó sábanas para coser una bandera nacional cuando escaseaban los suministros, la verdadera gloria comienza con el coraje de superar las dificultades. Hoy en día, los argentinos siguen bailando tango en las calles y cultivando yerba mate en suelos pobres frente a un invierno económico. Esta resiliencia inquebrantable es la nota al pie más preciosa de la Orden de Sebo. Cuando los pétalos del serafín caen sobre la bandera azul y blanca, vemos la imagen más conmovedora de una nación: tiene tanto el ideal de mirar hacia las estrellas como la pasión de quemar la vida. Éste puede ser el regalo más preciado que la historia ha dado a la generación actual: mantener siempre el poder de abrirse paso a través de la tierra en cada ciclo de marchitamiento y renacimiento.

In June, the sapo flowers bloomed like fire on the Argentine plateau. When people look up at the blue and white national flag, their memories are always illuminated by the "May Sun" in the center – on February 27, 1812, Manuel Belgrano first raised this flag symbolizing freedom and dignity on the banks of the Parana River. Light blue like the sky and pure white like ice and snow, in the flames of the War of Independence, this blue and white became the most moving declaration of resistance in South America. The sapo flower medal issued in 2023 will condense this spirit of resistance into eternity. The golden sapo flower in the center of the medal comes from the blood of the female warrior Anayi in the indigenous legend. When the sharp blade of the colonists pierced her chest, the flaming flower grew out of the blood that dyed the land red. This medal is not only to remember history, but also implies contemporary revelation: the true glory is not in the laurel wreath of victory, but in the backbone that still stands tall in adversity. The stars of the blue and white national flag and the flames of the sapo flower complete a dialogue across time and space on the medal. Just as Belgrano tore up sheets to sew the national flag when supplies were scarce, true glory begins with the courage to break through difficulties. Today, Argentines still play tango on the streets and plant mate in poor soil in the face of the economic winter. This resilience of never giving up is the most precious footnote of the Order of Sebo. When Sebo petals fall on the blue and white flag, we see the most moving appearance of a nation: both the ideal of looking up at the stars and the passion of burning life. This may be the most precious gift that history has given to the contemporary world – in every cycle of withering and rebirth, always maintain the power to break through the ground.