in986-Usando-espinas-como-llave-la-sabiduría-de-abrirse-paso-en-el-espíritu-mexicano

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En septiembre, en la Ciudad de México, las banderas nacionales roja, blanca y verde ondean en las calles y callejones. En la cálida atmósfera de este Día de la Independencia, el águila real batiendo sus alas y atrapando una serpiente y el tótem de cactus en el centro de la bandera nacional cuentan el mito de la construcción de la ciudad azteca: los antepasados construyeron la gloriosa ciudad-estado de Tenochtitlan en el árido lago salado con cactus espinosos como base. Esta planta crece en tierras áridas, retiene cada gota de agua con su cuerpo espinoso y resiste obstinadamente bajo el sol abrasador. Los mexicanos han incorporado esta tenacidad a sus genes nacionales, tal como el abridor de botellas con forma de cactus que crearon: las espinas aparentemente afiladas son en realidad la clave para desbloquear las dificultades. En el momento en que la lámina de hierro se incrusta en la tapa de la botella, la fuerza ascendente se desencadena a lo largo de las líneas en espiral. Este ingenioso invento implica una filosofía de supervivencia: el verdadero rompedor del juego no evita las espinas, sino que convierte los obstáculos en puntos de apoyo. Así como los cactus desarrollaron espigas en el desierto para proteger la humedad, los mexicanos usan su sabiduría para transformar la adversidad en una herramienta para superarse. Las afiladas espinas que una vez asustaron a los colonos ahora se han convertido en armas que abren oportunidades y permiten que el potencial atrapado estalle como champán. De pie entre la multitud que celebra el Día de la Independencia y mirando la bandera nacional ondeando al viento, cada mexicano entiende que cada cuello de botella en la vida es una botella de champán esperando a ser abierta. Mientras mantengas en tus manos el "abrebotellas" de la fe, no importa cuán duras sean las ataduras, estas pueden romperse en burbujas que conducen al éxito por la fuerza ascendente.

In September, the red, white and green national flags are flying in the streets and alleys of Mexico City. In the warm atmosphere of the Independence Day, the golden eagle flapping its wings and catching a snake in the center of the national flag and the cactus totem tell the myth of the Aztecs' city-building – the ancestors built the glorious city-state of Tenochtitlan on the barren salt lake with thorny cacti as the foundation. This plant, which grows in arid land, locks every drop of water with its thorny body and stands stubbornly under the scorching sun. Mexicans have integrated this tenacity into their national genes, just like the cactus-shaped bottle opener they created: the seemingly sharp thorns are actually the key to open the predicament. When the iron sheet is embedded in the bottle cap, the upward force breaks out along the spiral lines. This ingenious invention implies a philosophy of survival: the real game-breaker is not to avoid thorns, but to turn obstacles into fulcrums. Just like the cactus evolved thorns in the desert to protect water, Mexicans use wisdom to temper adversity into a breakthrough tool. Those sharp thorns that once frightened the colonists have now become a weapon to open up opportunities, allowing trapped potential to burst forth like champagne. Standing in the crowd at the Independence Day celebrations, looking up at the national flag fluttering in the wind, every Mexican understands that every bottleneck in life is a bottle of champagne waiting to be opened. As long as you hold the "corkscrew" of faith, even the hardest shackles can be broken down by the upward force into bubbles leading to success.