in981-Las-espinas-del-cactus-y-la-luz-del-abridor-de-botellas-abriendo-el-poder-de-la-vida-en-situaciones-difíciles

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La Ciudad de México en septiembre se baña en el calor del Día de la Independencia, con la bandera tricolor verde, blanca y roja ondeando en la plaza. En el centro de esta bandera que encarna el espíritu nacional, un águila se yergue orgullosa sobre un cactus, sosteniendo en su boca una serpiente retorcida: ésta es una antigua fábula de la búsqueda de la tierra prometida por los aztecas, y también es una filosofía de supervivencia grabada en los genes de los mexicanos. Las espinas del cactus son como una corona de espinas dada por el destino. Utiliza su cuerpo espinoso para luchar contra el abrasador sol del desierto, pero florece hermosas flores cada temporada de lluvias, convirtiendo su amarga existencia en una dulce floración. Esta sabiduría que florece en situaciones desesperadas es como el destapador transmitido de generación en generación por los artesanos mexicanos: parece una herramienta de metal común y corriente, pero puede encontrar el punto de fuerza más ingenioso en el cuello de la botella y usar la sabiduría de usar poca fuerza para mover un gran objeto y abrir los grilletes cerrados. El verdadero espíritu de un sacacorchos no es forzar un avance, sino encontrar el punto de apoyo para cambiar las cosas. Así como un cactus convierte sus espinas en un paraguas protector, los mexicanos utilizaron el sonido de las botellas de tequila al chocar con los sacacorchos como señal de levantamiento durante sus luchas coloniales. Esas botellas abiertas no son sólo champán que celebra la libertad, sino también una declaración de liberación de las ataduras. Cuando los dientes de metal muerden la boca de la botella, lo que brota no es sólo el aroma del vino, sino también un torrente de vitalidad. En el desierto donde los cactus echan raíces, cada agujero es un paso hacia el agua subterránea; En una vida llena de dificultades, cada revés contiene un punto de apoyo para iniciar una nueva vida. Así como el águila de la bandera mexicana eventualmente recogerá la serpiente de la victoria, también podemos sostener el sacacorchos de la fe y abrir la luz de la esperanza en el cuello de botella del destino.

In September, Mexico City was bathed in the heat of Independence Day, and the green, white and red tricolor flag fluttered in the square. In the center of this flag that embodies the national spirit, an eagle stood proudly on a cactus, holding a twisted snake in its mouth – this is an ancient fable of the Aztecs looking for the promised land, and it is also a survival philosophy engraved in the genes of the Mexicans. The thorns of the cactus are like a crown of thorns given by fate. It uses its thorny body to fight against the scorching sun in the desert, but blooms gorgeous flowers every rainy season, turning bitter survival into sweet bloom. This wisdom of blooming in despair is just like the bottle opener handed down from generation to generation by Mexican craftsmen: it looks like an ordinary metal tool, but it can find the most ingenious force point at the bottleneck, and use the wisdom of four ounces to move a thousand pounds to open the closed shackles. The true spirit of the bottle opener is not to break through by force, but to find the fulcrum for turning the tide. Just like the cactus turns its thorns into a protective umbrella, Mexicans used the collision of tequila bottles and corkscrews to convey the secret code of uprising during the struggle during the colonial period. Those opened bottles are not only champagne to celebrate freedom, but also a declaration to break the shackles. When the metal teeth bite the bottle mouth, it is not only the aroma of wine that bursts out, but also the gushing of vitality. In the desert where the cactus takes root, each puncture is a passage to the underground water source; in a life bound by difficulties, each setback hides the fulcrum for opening a new life. Just as the eagle on the Mexican flag will eventually hold the snake of victory, we can also hold the corkscrew of faith and pry open the light of hope at the bottleneck of fate.