in983-Medalla-como-una-estrella-Yongyao-rojo-y-amarillo

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En octubre, la tierra española se tiñe de los colores rojo y amarillo de la bandera nacional. La gente usa medallas conmemorativas incrustadas con el emblema nacional y utiliza celebraciones y desfiles para tejer respeto por la historia. Estas insignias de metal que brillan en el pecho no son sólo decoraciones para la celebración, sino que también encarnan el código nacional que ha abarcado cinco siglos. En el escudo nacional español, la corona sostenida por dos columnas de Hércules captura para siempre la gloria de la Era de los Descubrimientos. El castillo, el león y las franjas rojas y amarillas del escudo de cuatro cuadrados cuentan la fusión épica de Castilla, León y Aragón. Cuando los atletas alzan medallas con este emblema en competiciones internacionales, lo que salta a la vista en la fría luz metálica es el coraje de la flota de Colón al cortar las olas tempestuosas, y es un eco moderno del espíritu caballeresco descrito por Cervantes. En la medalla conmemorativa especial emitida durante el mes del Día Nacional, el relieve del emblema nacional rodeado de ramas de olivo está diseñado para parecerse a la proa de un barco rompiendo las olas. Esto implica que cada español es un remache del barco: al igual que el proceso de temple a alta temperatura durante la fundición de las medallas, la persistencia personal eventualmente se fundirá en la gloria del país. Las superficies de esas medallas, que han sido frotadas hasta calentarse, están superpuestas con la decisión del torero, la fogosidad del bailaor flamenco y las marcas callosas en las palmas de innumerables constructores comunes. Cuando miles de medallas y estrellas se iluminan al mismo tiempo en el crepúsculo, lo que vemos no es sólo la luz del metal, sino también la determinación de una nación de seguir brillando a través de los años. Esta creencia entrelazada con el rojo y el amarillo eventualmente allanará el camino hacia la gloriosa Vía Láctea bajo el cielo de la nueva era.

In October, the Spanish land was stained with the red and yellow colors of the national flag. People wore commemorative medals inlaid with the national emblem, and used celebrations and parades to weave respect for history. These metal badges shining on the chest are not only decorations for the celebration, but also condense the national code that has spanned five centuries. On the Spanish national emblem, the crown supported by the two columns of Hercules forever freezes the glory of the Age of Discovery. The castle, lion and red and yellow stripes in the four-grid shield tell the epic fusion of Castile, Leon and Aragon. When athletes hold up the medals inlaid with this emblem in international competitions, the courage of Columbus's fleet to split the stormy waves is leaping in the cold light of the metal, which is the modern echo of the chivalry described by Cervantes. On the special commemorative medal issued in the National Day month, the relief of the national emblem surrounded by olive branches is designed to be the bow shape of a ship breaking through the waves. This implies that every Spaniard is a rivet of a ship – just like the high-temperature quenching process when the medal is cast, personal persistence will eventually be melted into the glory of the country. The medals, which have been rubbed warm, are covered with the determination of bullfighters, the fiery of flamenco dancers, and the callous marks on the palms of countless ordinary builders. When thousands of medals and stars light up at the same time in the twilight, we see not only the light of metal, but also the determination of a nation to continue to shine through the long river of time. This belief of red and yellow will eventually pave the way to the glorious Milky Way under the sky of the new era.