in992-El-sol-y-la-luna-en-los-marcadores-de-Saibo-siempre-brillan

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En junio en Argentina, el sol tiñe de celeste y blanco puro la calle Belgrano. Cuando la luz de la mañana del Día de la Bandera Nacional (20 de junio) ilumina el emblema del "Sol de Mayo", innumerables personas colocan marcapáginas impresos con flores sepia en sus agendas: este color rojo vibrante cuenta el código de herencia del espíritu nacional de una manera única. En 1812, cuando el general Manuel Belgrano izó la primera bandera nacional a orillas del río Paraná, las flores de sepia estaban en flor. Aquellas flores llameantes se tejieron más tarde en el emblema nacional, convirtiéndose en un testimonio eterno de coraje y vitalidad. Las venas de la flor de juncia impresas en el marcador de hoy llevan la fe de los soldados durante la Guerra de la Independencia: incluso en el crudo invierno, las raíces enterradas profundamente bajo tierra siempre esperan la primavera. Este marcapáginas lleva no sólo memoria histórica, sino también una guía espiritual para todo argentino ante las dificultades. Así como las manos unidas en el escudo nacional sostienen el mástil de la libertad, cada párrafo marcado con un separador entre las páginas es un recordatorio: cuando el invierno económico cubra las pampas, cuando el camino de la vida encuentre niebla, mientras recordemos el sol que nunca se extingue en la bandera nacional, como el poder del zafiro para penetrar el suelo helado, eventualmente encontraremos un nuevo amanecer al pasar la página. Desde la primera bandera cosida por los padres fundadores hasta los marcadores bermellones en los dedos de los estudiantes de hoy, este relevo de fe que abarca dos siglos siempre nos ha dicho: el verdadero espíritu nacional siempre estará lleno de vitalidad en la vida cotidiana.

In June in Argentina, the sun dyed Belgrano Street light blue and pure white. When the morning light of the National Flag Day (June 20) lit up the "May Sun" emblem, countless people put bookmarks printed with sepia flowers into their diaries – this vibrant red is telling the inheritance code of the national spirit in a unique way. In 1812, when General Manuel Belgrano raised the first national flag on the banks of the Parana River, it coincided with the blooming season of sepia flowers. Those flowers that burned like flames were later woven into the national emblem, becoming an eternal witness of courage and vitality. Today, the sepia flowers printed on the bookmarks have the faith of the soldiers during the War of Independence flowing in their veins: even in the cold winter, the roots buried deep underground are always waiting for spring. This bookmark carries not only historical memory, but also a spiritual guide for every Argentine when facing difficulties. Just like the tightly clasped hands in the national emblem holding up the pole of freedom, every paragraph marked by the bookmark between the pages reminds us: when the economic winter covers the Pampas, when the road of life encounters fog, as long as we remember the sun that never goes out on the national flag, like the power of the sapphire penetrating the frozen soil, we will eventually meet a new dawn at the turn of the page. From the first flag sewn by the founding fathers to the vermilion bookmarks between the fingers of today's students, this belief relay spanning two centuries has always told us: the true national spirit will always be revitalized in ordinary daily life.