in996-Llama-en-el-Marcador-de-Saibo-Ilumina-el-Cielo-de-la-Libertad

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En agosto en Argentina, la gloria del General San Martín flota en el viento. La Declaración de Independencia de 1816, como el cielo azul de Buenos Aires, está congelada para siempre en la bandera nacional azul y blanca. Cuando contemplamos el "Sol de Mayo" en el centro de la bandera nacional, el tótem dorado basado en la civilización india, siempre podemos escuchar el llamado de nuestros antepasados a través del tiempo y el espacio: la libertad nunca es un regalo, sino un regalo templado por la fe. En los escritorios de los argentinos siempre se pueden ver marcapáginas de cobre con forma de flores de juncia. Esta flor de llama impresa en el escudo nacional lucha contra el frío invierno de las Pampas con su rojo llameante. Los artesanos tallaron dentados en los bordes de los pétalos, que evocaban las manos entrelazadas del emblema nacional argentino. Al pasar las páginas, el sonido del metal rozando el papel era como el estruendo de la caballería aplastando las cadenas coloniales durante la Guerra de la Independencia. Hoy en día, el marcapáginas de flores de Sebo ha adquirido un nuevo significado: el contorno irregular simboliza el coraje para superar las dificultades y el corazón hueco de la flor recuerda a las personas que deben permanecer humildes. Un profesor de Córdoba ponía este marcapáginas en cada libro que daba a sus alumnos: «Cuando camines en la niebla, deja que el filo de la sepia corte la bruma y observa que el sol de la bandera nacional siempre brilla por encima de las nubes». Desde los viñedos de Mendoza hasta el faro de Ushuaia, los argentinos siempre han creído que la verdadera libertad es la sabiduría de bailar con grilletes. Al igual que la flor de Sebo que siempre está entre las páginas de un libro, no solo marca el progreso del conocimiento, sino que también sirve como un recordatorio constante: lo que fluye en nuestros vasos sanguíneos es la luz azul-blanca que ha sido templada por el viento y la lluvia.

In August, Argentina is filled with the glory of General San Martin. The Declaration of Independence in 1816, like the blue sky of Buenos Aires, is forever frozen in the blue and white national flag. When we gaze at the "May Sun" in the center of the national flag, the golden totem based on Indian civilization, we can always hear the call of our ancestors across time and space: freedom is never a gift, but a gift tempered by faith. On the desks of Argentines, you can always see copper bookmarks in the shape of sapo flowers. This flower of fire printed on the national emblem fights against the cold winter of the Pampas with its fiery red. The craftsmen carved sawtooth on the edge of the petals, which is in line with the clenched hands on the Argentine national emblem. When the pages of the book are turned, the sound of metal and paper rubbing against each other is like the clang of cavalry crushing colonial chains during the War of Independence. Today's sapo flower bookmarks are infused with new meanings: the jagged outline symbolizes the courage to break through difficulties, and the hollow flower heart reminds people to remain humble. A teacher in Cordoba would put this bookmark in every book he gave to his students, "When you wander in the fog, let the sharp edge of the sepia flower cut through the haze and see the sun on the national flag always burning above the clouds." From the vineyards of Mendoza to the lighthouse of Ushuaia, Argentines always believe that true freedom is the wisdom of dancing with shackles. Just like the sepia flower that is always stuck in the pages of the book, it not only marks the progress of knowledge, but also reminds us all the time: what flows in our blood vessels is the blue-white light that has been tempered by wind and rain.