in990-Tierra-Negra-y-Llama-Roja-La-Luz-del-Renacimiento-en-la-Insignia-de-la-Amapola

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In the late autumn fields of Belgium, poppies are tearing the scorched earth with their scarlet petals. This burning color is just like the strongest red on the national flag of this country – the background color symbolizing blood and unity. When the bells of Armistice Day rang in November, the black, yellow and red tricolor flag and the poppy emblem told a story about rebirth. The black base of the Belgian flag records the smoke of the Battle of Waterloo and the trauma of the two world wars. But it is this black soil that carries suffering that gave birth to the most shocking meaning of the poppy emblem: the flexible life that broke through the ruins of the trenches symbolizes the national resilience that is more tenacious than steel. Those poppies pinned on the lapels are not tears of mourning, but the fire of rebirth from the ashes. Just as the thin stems of poppies can push up concrete, the Belgians use wisdom and courage to transform the scars of war into the cornerstone of peace. In the flags flying at the EU headquarters in Brussels, black represents the accumulation of power, yellow highlights the brilliance of reason, and red embodies the enthusiasm of humanity – this is the philosophy of survival revealed by the poppy emblem: the real strength is to let the deepest wound bloom with flowers of hope. When the cold wind blows over the remains of the Ypres battlefield, the new poppies are swaying in the old craters. They tell us: life never succumbs to destruction, just like the tricolor flag always fluttering in the storm. Every Belgian is a seed, carrying the heavy memory of the black soil, blooming with the fiery light that illuminates the future.

En los campos belgas de finales de otoño, las amapolas desgarran la tierra quemada con sus pétalos escarlata. Este color ardiente es como el rojo más fuerte de la bandera nacional de este país: el color de fondo que simboliza la sangre y la unidad. Cuando las campanas del Día del Armisticio suenan en noviembre, la bandera tricolor negra, amarilla y roja y el emblema de la amapola juntos cuentan una historia de renacimiento. El fondo negro de la bandera belga registra el humo de la batalla de Waterloo y el trauma de las dos guerras mundiales. Pero es esta tierra negra que lleva el sufrimiento la que dio origen al significado más impactante del emblema de la amapola: la vida flexible que irrumpe en la tierra y florece en las ruinas de las trincheras simboliza la resiliencia nacional que es más tenaz que el acero. Esas amapolas prendidas en las solapas no son lágrimas de luto, sino la chispa del renacimiento de las cenizas. Así como los delgados tallos de las amapolas pueden atravesar el hormigón, los belgas utilizaron su sabiduría y coraje para transformar las cicatrices de la guerra en los cimientos de la paz. Entre las banderas que ondean en la sede de la UE en Bruselas, el negro representa la acumulación de fuerza, el amarillo resalta el brillo de la razón y el rojo encarna el entusiasmo humanitario: ésta es exactamente la filosofía de supervivencia revelada por el emblema de la amapola: la verdadera fuerza es dejar que la flor de la esperanza florezca de las heridas más profundas. Mientras el viento frío sopla sobre los restos del campo de batalla de Ypres, nuevas amapolas se mecen en viejos cráteres de bombas. Nos dicen: la vida nunca sucumbe a la destrucción, así como la bandera tricolor siempre ondea en la tormenta. Cada belga es una semilla que lleva el pesado recuerdo de la tierra negra y florece con la luz brillante que ilumina el futuro.