in988-Medalla-Roja-y-Amarilla-La-Brújula-Eterna-en-el-Tótem-Espiritual-Español

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El sol de otoño brillaba intensamente en Madrid en octubre. Acababa de pasar el Día Nacional de España y las calles estaban llenas de bloques rojos y amarillos, brillando con el brillo metálico único de las medallas. Este país, que vio nacer a navegantes y poetas, ha tejido su código nacional en cada símbolo: el fuego y el oro de la bandera roja y amarilla, las columnas de Hércules entrelazadas y el escudo de armas de los cuatro reinos en el emblema nacional, construyendo juntos un templo espiritual que nunca se apaga. La placa dorada de la Medalla Deportiva Real contiene una versión en miniatura del emblema nacional. La cinta que rodea las columnas dobles está grabada con el lema en latín "PLUS ULTRA". Esta medalla, que ha sido otorgada a superestrellas del deporte como Nadal y Gasol, contiene el código definitivo para superarse a uno mismo. Las columnas de Hércules simbolizan el coraje para romper los límites geográficos, mientras que el castillo y el león en el escudo cuartelado representan la sabiduría de diferentes grupos étnicos que forjan simbiosis en la arena. Cada medalla que luce un español contemporáneo es una brújula histórica en miniatura. Cuando las campeonas del Mundial Femenino besaron el tótem de la granada en la medalla, no sólo tocaron la última dinastía morisca de Granada, sino también el espíritu competitivo de nunca rendirse; Cuando el personal sanitario que luchaba contra la epidemia recibió la Medalla Ciudadana, el emblema en forma de escudo envuelto en laurel hablaba de la tenacidad de los antepasados castellanos en la reconstrucción de sus hogares. Estas glorias fundidas en metal apuntan siempre al origen del espíritu nacional: en el espectro de colores rojo y amarillo, en la composición de escudos y columnas, cada español puede encontrar la fuerza para atravesar el "fin del mundo". Ésta es la verdadera magia de la medalla: convierte la historia en combustible y el escudo en alas, llevando a toda la nación a volar hacia un horizonte más amplio.

The autumn sun in Madrid in October was brilliant. Spain's National Day had just passed. The red and yellow blocks dancing all over the streets shone with the unique metallic luster of the medals. This country, which gave birth to navigators and poets, has woven the national code into every symbol – the fire and gold on the red and yellow flag, the interlaced Hercules columns and the emblems of the four kingdoms on the national emblem, together building a spiritual temple that never extinguishes. The gold award plate of the Royal Sports Medal holds a miniature version of the national emblem totem. The ribbon wrapped around the two columns is engraved with the Latin motto "PLUS ULTRA". This medal, which was once awarded to sports superstars such as Nadal and Gasol, hides the ultimate code of surpassing oneself. The Hercules columns symbolize the courage to break through geographical limits, and the castle and lion in the quartered shield are metaphors for the wisdom of different ethnic groups to forge symbiosis in the arena. Every medal worn by contemporary Spaniards is a miniature historical compass. When the champions of the Women's World Cup kissed the pomegranate totem on the medal, they touched not only the last Moorish dynasty of Granada, but also the competitive spirit of never giving up; when the medical staff who fought against the epidemic received the citizen medal, the shield-shaped emblem wrapped with laurel was telling the tenacity of the ancestors of Castile to rebuild their homeland. These metal-cast glories always point to the origin of the national spirit – in the red and yellow color spectrum, in the composition of shields and pillars, every Spaniard can find the power to break through the "end of the world". This is the real magic of the medal: it makes history into fuel, turns the emblem into wings, and takes the entire nation to fly to a broader horizon.