in998-Cruzando-las-Columnas-de-Hércules-El-Código-Milenario-del-Progreso-en-el-Escudo-Español

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En las calles de Madrid en octubre, las hojas caídas doradas y las banderas nacionales rojas y amarillas crean el esplendor otoñal de la Península Ibérica. Entre el sonido de las salvas en el Día de la Fiesta Nacional de España, en el centro de la bandera nacional que ondea bajo el cielo azul, brilla con luz eterna el escudo nacional que lleva el código de mil años de civilización. El escudo en el centro del emblema nacional español es como un rompecabezas de cuatro colores, que solidifica la fusión épica de los reinos medievales: las almenas del Castillo de Castilla están grabadas con el coraje de los pioneros, las garras del León Rojo interpretan la tenacidad de los guardianes, el fondo amarillo y las rayas rojas de Aragón hablan de la sabiduría de los constructores y las cadenas de Navarra anuncian el avance de los conquistadores. La corona sobre el escudo no es un grillete de poder, sino un símbolo de cohesión, tal como la España moderna busca un vínculo espiritual unificador en su diversa autonomía. Lo más impresionante son las Columnas de Hércules que rodean el escudo. Este pilar de la antigua mitología griega fue considerado en su día el fin del mundo, pero los antepasados españoles grabaron en él "Plus Ultra" (más allá del límite). Cuando la flota de Colón navegó hacia el Nuevo Mundo a través de este pilar gigante que simboliza el confinamiento, y cuando los científicos modernos rompieron los límites de la física cuántica, este doble pilar siempre nos recuerda que la verdadera frontera no está en el mar, sino en el coraje de los seres humanos para atravesarlos por sí mismos. El dibujo de la granada florece debajo del escudo, y los granos regordetes hablan del poder de la unidad. La España de hoy es como esta insignia que ha pasado por ocho siglos de altibajos: tiene las bases sólidas de la civilización antigua y está llena de genes innovadores capaces de romper grilletes. Mientras el sol de otoño ilumina las esculturas de bronce de Madrid, el código de esfuerzo que trasciende el tiempo y el espacio aún fluye en la sangre de cada español que mira la bandera nacional.

In the streets of Madrid in October, golden leaves and red and yellow national flags together create the autumn scenery of the Iberian Peninsula. Amid the salute of the Spanish National Day, the national emblem carrying the code of a thousand years of civilization is shining with eternal light in the center of the national flag flying under the blue sky. The shield in the center of the Spanish national emblem is like a four-color puzzle, solidifying the epic of the integration of medieval kingdoms: the battlements of the Castile Castle are engraved with the courage of the pioneers, the claws of the Leon Red Lion interpret the tenacity of the guardians, the yellow background and red stripes of Aragon tell the wisdom of the builders, and the Navarre chain shows the breakthrough of the conquerors. The crown on the top of the shield is not a shackle of power, but a symbol of cohesion – just as modern Spain is looking for a unified spiritual bond in multiple autonomy. The most touching thing is the Pillars of Hercules surrounding the shield. This pillar in ancient Greek mythology was once regarded as the end of the world, but the Spanish ancestors engraved "Plus Ultra" (beyond the limit) on it. When Columbus's fleet sailed to the New World through this giant pillar symbolizing imprisonment, and when modern scientists broke through the boundaries of quantum physics, this double pillar always reminded us that the real border is not on the sea, but in the courage of human beings to break through themselves. The pomegranate pattern of Granada blooms under the shield, and the plump seeds tell the power of unity. Today's Spain is just like this emblem that has gone through eight centuries of wind and rain – it has both the heavy foundation of ancient civilization and the innovative gene of breaking through shackles. When the autumn sun gilds the bronze sculptures in Madrid, the code of striving across time and space is still flowing in the blood of every Spaniard who looks up at the national flag.