in984-Alma-del-Cactus-Un-Tributo-a-la-Vida-Bajo-la-Bandera-Mexicana

▼

En septiembre en México, los colores verde, blanco y rojo de la bandera nacional ondean en medio de los vítores del Día de la Independencia. Esta tierra utiliza el cactus como tótem y graba la filosofía de vida en el emblema nacional: un águila se para en la cima de un cactus, agarrando una serpiente con sus afiladas garras y levantando su cabeza hacia el cielo. Esta insignia no solo cuenta la leyenda de los ancestros aztecas, sino que también contiene un código espiritual que trasciende el tiempo y el espacio. El cactus es una metáfora de la supervivencia en México. Echa raíces en las grietas estériles de las rocas, utilizando sus bordes espinosos para resistir el abrasador sol del desierto, pero produce frutos dulces en la sequedad. Así como México ha experimentado la opresión colonial y los desastres provocados por terremotos, todavía ha florecido la civilización entre las ruinas. Las ramas entrelazadas del cactus del emblema nacional son como la textura civilizacional de esta tierra que se ha reorganizado continuamente durante los últimos cuatrocientos años. Cada cicatriz se convierte en el punto de partida de una nueva vida. El águila que vuela arriba tiene un significado más profundo: no teme los enredos de la serpiente venenosa y completa la sublimación de la vida en la lucha. Esto recuerda a la gente la tenacidad de los ciudadanos que cavaron entre los escombros con sus propias manos después del devastador terremoto en la Ciudad de México; Recuerda a los campesinos del Altiplano de Chiapas que sembraron esperanza en los campos cubiertos de ceniza volcánica. Así como un cactus almacena agua en su grueso tallo, los mexicanos transforman el sufrimiento en alimento para sus almas. Cuando se iza la bandera nacional en la Avenida de la Reforma, lo que salta entre las ondas tricolores no es sólo la gloria de la historia, sino también la vitalidad que nunca se rinde. Los genes del cactus fluyen en la sangre de cada mexicano, echando raíces en situaciones desesperadas y floreciendo bajo el sol abrasador, dejando al mundo testigo de que la vida más tenaz a menudo nace de la tierra más dura.

In September, the green, white and red colors of Mexico's national flag flew amid the cheers of Independence Day. This land uses cactus as a totem, and engraves the philosophy of life on the national emblem – an eagle stands on the top of a cactus, grabbing a snake with its claws, and looking up to the sky. This emblem not only tells the legend of the Aztec ancestors, but also contains a spiritual code that transcends time and space. Cactus is a metaphor for Mexico's survival. It takes root in barren rock cracks, uses its thorny edges to resist the scorching sun in the desert, but breeds sweet fruits in the dryness. Just as Mexico has experienced colonial oppression and earthquake disasters, it still blooms the flower of civilization among the ruins. The cactus branches on the national emblem are intertwined, just like the civilization texture of this land that has been continuously reorganized for four hundred years, and each scar becomes the starting point of a new life. The eagle hovering above it has a deeper meaning: it is not afraid of the entanglement of poisonous snakes, and completes the sublimation of life in the struggle. This reminds people of the tenacity of the citizens who dug the ruins with their bare hands after the earthquake in Mexico City; it reminds people of the farmers in the Chiapas Plateau who sowed hope in the fields covered with volcanic ash. Just like the cactus stores water in its thick stems, Mexicans transform suffering into nourishment for the soul. When the national flag is raised on Reforma Avenue, the three-color ripples are not only the glory of history, but also the vitality of never giving up. The genes of cactus flow in the blood of every Mexican – taking root in desperate situations and blooming under the scorching sun, letting the world witness that the most tenacious life is often born from the hardest soil.