in983-Donde-florecen-las-flores-de-Saibo-el-azul-y-el-blanco-iluminan-las-montañas-y-los-ríos

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En agosto en Argentina, el aire se llena de la fragancia de las flores de seraphimosa. Este mes, mientras la gente usa insignias azules y blancas para conmemorar el espíritu de la Revolución de Mayo, una pequeña insignia con una flor sepia habla de las creencias más profundas de la nación. En 1812, durante las llamas de la Guerra de la Independencia, el general Manuel Belgrano utilizó el azul del cielo y el blanco de las nubes para tejer la bandera argentina. Estos dos colores no sólo son un reflejo de la Pampa, sino también un eterno anhelo de libertad. El emblema de zafiro, hecho de una cinta azul y blanca, fue utilizado como símbolo de comunicación secreta durante la Guerra de la Independencia. Cuando los rebeldes se colocaron el emblema en el lado izquierdo del pecho, la tela silenciosa se convirtió en una chispa que penetró la bruma colonial. La flor de serafín que florece en el centro de la insignia tiene un significado más profundo. Cuenta la leyenda que durante el período colonial, la sangre de una madre tiñó de rojo los pétalos blancos mientras se escondía de sus perseguidores mientras sostenía a su bebé. Desde entonces, esta flor exclusiva de América del Sur ha quedado fijada como un tótem rojo sobre un fondo azul y blanco. Recuerda a las futuras generaciones que la libertad necesita ser regada con coraje y que sólo la unidad puede dar origen a milagros. Al igual que la eterna escultura de la flor sepia en la Plaza de Mayo, en el pecho de cada argentino late un corazón sincero. Cuando el sol abrasador de agosto ilumina la Cordillera de los Andes, el emblema de la flor de sapo bajo la bandera azul y blanca es al mismo tiempo una medalla de la historia y una señal para el futuro. Nos dice: el verdadero espíritu nacional no reside en la bandera que ondea en las nubes, sino en la persistencia de todos en defender sus aspiraciones originales. Así como las flores de la juncia pueden florecer en terrenos salino-alcalinos, mientras la fe permanezca, la esperanza puede florecer incluso en el suelo más pobre.

In August, the air of Argentina is filled with the fragrance of sapo flowers. This month, when people wear blue and white badges to commemorate the spirit of the May Revolution, a small sapo flower badge is telling the deepest beliefs of this nation. In 1812, during the war of independence, General Manuel Belgrano used the blue of the sky and the white of the clouds to weave the Argentine flag. These two colors are not only the reflection of the Pampas, but also the eternal yearning for freedom. The sapo flower badge, which is wrapped with a blue and white ribbon, was used as a symbol of secret communication during the war of independence. When the rebels pinned the badge on their left chest, the silent fabric became a spark that penetrated the colonial haze. The blooming sapo flower in the center of the badge carries a deeper meaning. Legend has it that during the colonial period, when a mother was hiding from pursuers with her baby in her arms, her blood dyed the white petals red. Since then, this unique flower in South America has been fixed as a red totem on a blue and white base. It reminds future generations: freedom needs courage to water it, and unity can give birth to miracles. Just like the everlasting sepia flower sculpture in Plaza de Mayo, every Argentine has a sincere heart beating in his chest. When the August sun shines on the Andes Mountains, the sepia flower emblem under the blue and white flag is both a medal of history and a signpost for the future. It tells us that the true national spirit lies not in the flags flying in the clouds, but in everyone's persistence in guarding their original aspirations. Just as sepia flowers can bloom in saline-alkali land, as long as the faith is not extinguished, hope can bloom even in the poorest soil.