in994-The-bottle-opener-of-life-in-black-gold-and-red

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At the end of July, the black, gold and red flag of Belgium was unfurled in the summer breeze on the Grand Place in Brussels. This color, born in the revolution of 1830, has always told the courage of a small country to pry the lever of history. In the cafes on the streets, a brass corkscrew in the shape of a poppy is opening the heroic moment of ordinary people with softness. The spiral pattern of the poppy corkscrew is just like the tenacity in the bones of Belgians. This handmade product, born in the trenches of World War I, was originally a livelihood skill for disabled soldiers. When the sharp metal pierced the cork, dark red liquid gushed out, just like the poppy that still stubbornly bloomed in the bloody soil of the Flanders battlefield. Each rotating thread is a reminder: the most difficult difficulties can always be resolved layer by layer with wisdom and patience. The black vertical stripes of the national flag precipitate the weight of history, the gold witnesses the brilliance of commercial civilization, and the red is surging with never-cooling blood. When the metallic luster of the corkscrew reflects the tricolor national flag, we see how a nation forges the trauma of war into the art of life. Just like the old houses leaning for seven centuries by the canal in Bruges, they bear the burden of time with a seemingly fragile posture. At this moment, you holding the poppy corkscrew, aren't you opening your own battlefield? Every bottleneck in life hides a mellow fragrance waiting to be released. Unscrew the cork of fate with Belgian calmness, and let the black, gold and red original juice of life flow freely in the sun.

A finales de julio, en la Grand Place de Bruselas, la bandera belga, negra, dorada y roja, ondeaba con la brisa del verano. Este color, nacido a raíz de la revolución de 1830, siempre ha hablado del coraje de un pequeño país al aprovechar la historia. En los cafés de la calle, un abridor de botellas de latón con forma de amapola utiliza la suavidad para superar la dureza y abrir momentos heroicos a la gente común. La forma en espiral del sacacorchos de la amapola es como la tenacidad en los huesos de los belgas. Esta artesanía, que tiene su origen en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, fue originalmente una habilidad para ganarse la vida para los soldados discapacitados. Cuando el afilado metal perforó el corcho, brotó un líquido rojo oscuro, igual que las amapolas que aún florecían obstinadamente en el suelo ensangrentado del campo de batalla de Flandes. Cada hilo giratorio es un recordatorio: las dificultades más difíciles siempre se pueden resolver capa por capa con sabiduría y paciencia. Las franjas verticales negras de la bandera nacional llevan el peso de la historia, el oro da testimonio del brillo de la civilización comercial y el rojo surge con la pasión interminable. Cuando el brillo metálico del abridor refleja la bandera nacional tricolor, vemos cómo una nación transforma el trauma de la guerra en el arte de vivir. Al igual que las antiguas casas a lo largo de los canales de Brujas, que llevan siete siglos inclinadas, soportando el peso del tiempo de una forma aparentemente frágil. En este momento, sosteniendo el abridor de botellas de amapola, ¿no estás abriendo tu propio campo de batalla? En cada cuello de botella de la vida, hay una fragancia esperando ser liberada. Desenrosque el corcho del destino con calma belga y deje que la esencia negra, dorada y roja de la vida fluya libremente bajo el sol.