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In the rainy November in Belgium, the poppy flower badges on the chests of countless citizens complemented the black, yellow and red national flags to commemorate the arrival of the Armistice Day of World War I. This country that invented the modern bottle opener perfectly combines war commemoration with daily utensils with its unique life wisdom – the poppy-shaped bottle opener that is popular all over the world is the concrete totem of the Belgian spirit. The spiral metal ridges of the bottle opener meander like the stems of poppies. When it pierces the sealed bottle cap, it is like a poppy seed breaking out of the ground in the war. This action itself is a metaphor for the courage to break through difficulties: just like the poppies blooming in the scorched earth of the Ypres battlefield in 1915, the Belgians, on the ruins of the two world wars, used the perseverance (black), wisdom (yellow) and blood (red) symbolized by the black, yellow and red national flags to pry open the corks of national rejuvenation. Today, this bottle opener has gone beyond a practical tool and has become a carrier of power that transcends time and space. It reminds us that every imprisoned predicament hides an opportunity to open up, just like poppies always sprout first in shell craters. When the metal petals unscream from their shackles, they not only release fragrance, but also burst out with a never-give-up vitality – this is the survival philosophy that Belgium has presented to the world: to resolve toughness with flexibility, and to respond to trauma with blooming.

En el lluvioso noviembre en Bélgica, las insignias de amapola en los pechos de innumerables ciudadanos complementaron la bandera nacional negra, amarilla y roja para conmemorar la llegada del Día del Armisticio de la Primera Guerra Mundial. Este país que inventó el sacacorchos moderno ha utilizado su sabiduría única para combinar perfectamente los monumentos de guerra con los objetos cotidianos. El sacacorchos con forma de amapola que ha recorrido el mundo es un tótem concreto del espíritu belga. Las espirales metálicas del sacacorchos serpentean como el tallo de una amapola, y cuando perfora la tapa sellada de la botella, es como una semilla de amapola que surge de la tierra en las llamas de la guerra. Esta acción en sí misma es una metáfora del coraje para superar las dificultades: al igual que las amapolas que florecieron en la tierra quemada del campo de batalla de Ypres en 1915, los belgas, sobre las ruinas de las dos guerras mundiales, utilizaron la perseverancia (negra), la sabiduría (amarilla) y la sangre (roja) simbolizadas por la bandera nacional negra, amarilla y roja para abrir el corcho del rejuvenecimiento nacional. Hoy en día, este abridor de botellas ha trascendido las herramientas prácticas y se ha convertido en un portador de poder que trasciende el tiempo y el espacio. Nos recuerda que cada situación difícil que nos aprisiona contiene una oportunidad de ser liberada, tal como las amapolas siempre brotan primero en los cráteres de las bombas. Cuando los pétalos de metal se liberan de sus grilletes, no solo liberan su fragancia, sino que también estallan con una vitalidad que nunca se rinde: esta es exactamente la filosofía de supervivencia que Bélgica ofrece al mundo: disolver la fuerza con flexibilidad y responder al trauma con la floración.