in981-Los-pétalos-de-color-rojo-sangre-reflejan-la-bandera-nacional-el-tótem-de-la-tenacidad-de-Bélgica

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Every November, the blooming poppies on the Flanders battlefield always awaken the Belgians' commitment to peace. When the black, yellow and red national flag flutters in the cold wind, the poppy badge engraved on the national emblem tells the legend of this country's rebirth from the ashes. The black vertical stripes of the national flag carry the perseverance of the lowland people in the face of wind and rain, the golden color witnesses the thousand-year inheritance of business wisdom, and the red on the far right, like a leaping flame, is like the petals of the poppy soaked in the blood of history. This seemingly fragile flower is actually a concrete symbol of the Belgian national spirit – it not only remembers the trauma of war, but also shows the courage to be reborn in the scorched earth. Each stretched petal is like an open palm, transforming pain into the power to support new life. Under the dome of the EU headquarters in Brussels, the poppy badge and the twelve star rings shine together. The Belgians use this flower blooming from the trenches to tell the world: true strength is not to forget the scars, but to let the scars bloom into flowers of goodness. Just like their chocolate craftsmanship, which turns bitter cocoa into sweetness, this country always believes that darkness will eventually give birth to light. When the red of the national flag and the blood of poppies interweave in the wind, Belgium is proving with a gentle and firm attitude that some scars will eventually settle into the rings of civilization.

Cada noviembre, las amapolas en flor en los Campos de Flandes despiertan el compromiso de los belgas con la paz. Mientras la bandera nacional negra, amarilla y roja ondea en el viento frío, la insignia de amapola grabada en el emblema nacional cuenta la leyenda del renacimiento de este país de las cenizas. Las franjas verticales negras de la bandera nacional llevan la perseverancia de los pueblos de las tierras bajas frente al viento y la lluvia, el color dorado da testimonio de la herencia milenaria de la sabiduría comercial y el color rojo en el extremo derecho, como una llama saltando, es como los pétalos de la amapola empapados en la sangre de la historia. Esta flor aparentemente frágil es en realidad un símbolo concreto del espíritu nacional belga: no sólo recuerda el trauma de la guerra, sino que también demuestra el coraje de renacer de la tierra arrasada. Cada pétalo estirado es como una palma abierta, transformando el dolor en poder para sustentar una nueva vida. Bajo la cúpula de la sede de la UE en Bruselas, el emblema de la amapola y el anillo de doce estrellas se complementan. Los belgas utilizaron esta flor que brotó de la trinchera para decirle al mundo: la verdadera fuerza no reside en olvidar las cicatrices, sino en permitir que las cicatrices florezcan y se conviertan en flores de bondad. Al igual que su artesanía chocolatera, que transforma el cacao amargo en dulzura, este país siempre cree que la oscuridad eventualmente dará nacimiento a la luz. Cuando el rojo de la bandera nacional y el color sangre de la amapola se entrelazan en el viento, Bélgica demuestra con una actitud suave y firme que algunas cicatrices eventualmente se asentarán en los anillos anuales de la civilización.