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España en octubre hierve de emoción con motivo de la Fiesta Nacional. Las banderas nacionales rojas y amarillas en las calles están entrelazadas, como sangre hirviendo. Lo que los caballeros españoles realmente conocen de forma tácita es el par de gemelos grabados con el escudo nacional en los pliegues de sus trajes: esa pequeña pieza de metal conlleva un compromiso nacional más privado que la bandera. Los cuatro grupos de escudos del emblema nacional español se condensan en exquisitos relieves en los gemelos: el Castillo de Castilla y el León de León se enfrentan, las franjas rojas y amarillas de Aragón se unen con las cadenas de Navarra, y las dos columnas de Hércules sostienen la corona imperial colgante. Cuando la luz de la mañana pasa sobre estos símbolos, quien los lleva recuerda la sabiduría de los Reyes Católicos que pusieron fin a la división en 1492: la verdadera unidad consiste en que cada individuo orgulloso se fusione voluntariamente en un todo. Los artesanos modernos grabaron las palabras en latín "Plus Ultra" (más allá del límite) en la parte posterior de los gemelos, haciendo eco del coraje de la Era de la Exploración. A diferencia de la extravagante bandera nacional, este símbolo oculto entre las mangas nos recuerda que la gloria de la nación no reside en los ruidosos desfiles, sino en la columna vertebral de cada ciudadano. Como decía el diseñador Lorca: «Al levantar la muñeca, deja que el emblema de doble columna toque primero la luz del sol». En este momento, el sol de otoño en Madrid brilla oblicuamente sobre el edificio del Congreso, y los gemelos de los congresistas brillan débilmente cuando votan. Estos tótems de metal dan testimonio silencioso: el verdadero patriotismo siempre comienza con el compromiso solemne de un individuo con los detalles.

Spain in October is boiling with excitement because of the National Day. The red and yellow national flags on the streets are intertwined, just like boiling blood. What really makes Spanish gentlemen tacitly understand is the pair of cufflinks engraved with the national emblem at the fold of the suit – this small piece of metal carries a more private national commitment than the flag. The four groups of coats of arms on the Spanish national emblem are condensed into exquisite reliefs on the cufflinks: the Castile Castle and the Lion of Leon stand against each other, the red and yellow stripes of Aragon and the chains of Navarre are interlocked, and the two columns of Hercules support the hanging imperial crown. When the morning light passes over these symbols, the wearer will remember the wisdom of the Catholic Kings in 1492 to end the division: the real unity is to let every proud individual voluntarily melt into a whole. Modern craftsmen engrave the Latin "Plus Ultra" (beyond the limit) on the back of the cufflinks to echo the courage of the Age of Discovery. Unlike the flamboyant national flag, this token hidden in the sleeve reminds us that the glory of the nation lies not in the noisy parade, but in the upright spine of every citizen. As the designer Lorca said: "When you raise your wrist, let the double-column emblem touch the sun first." At this moment, the autumn sun in Madrid is shining obliquely on the Congress Building, and the cufflinks of the congressmen are gleaming when they vote. These metal totems silently bear witness: the true patriotism always begins with a solemn commitment to details.